sábado, 28 de agosto de 2010

Pobreza de los medios en Chile

¿El huevo o la gallina?

El lamentable accidente vivido por 33 mineros en el norte del país viene a desnudar la calidad de nuestros medios. Sin embargo ¿De quién es la culpa? ¿Es el público el poco exigente o es que a los medios les viene bien la mediocridad de su audiencia por lo tanto no mueven un dedo por disminuirla?

Por Esteban Martínez Covarrubias

Imposible el no detenerme a comentar la noticia del último mes: el accidente que dejó atrapados bajo tierra a 33 mineros en el norte de nuestro país. Sin embargo no es mi intención adentrarme en detalles técnicos relacionados con el incidente ni tampoco en la reacción del gobierno y el mundo político frente al tema. Mi mirada esta vez estará relacionada con el funcionamiento de los "diversos" medios de comunicación luego de ocurridos los lamentables hechos. Me parece que situaciones como esta dejan al desnudo la pobreza, mediocridad y cobardía de nuestros medios, quienes lejos de informar y educar a nuestra gente (si, dije bien: educar) lo único que logran es perpetuar la ignorancia y nula capacidad de análisis de gran parte de los chilenos.

Si bien estamos acostumbrados a que los medios comunicacionales en Chile jueguen con el morbo y armen una teleserie de cuanto accidente ocurre, nunca terminan de sorprender (y agotar) algunas características comunes que muestran tanto canales de televisión abierta como periódicos. En primer lugar llama la atención (o quizás no tanto) la poca originalidad: todos los canales expresan lo mismo utilizando fórmulas idénticas. Abundan los despachos en directo a manos del periodista estrella de la estación, que expresa en más de quince minutos lo que se podría decir fácilmente en tres o cuatro, matinales que entrevistan a familiares relacionados con la tragedia y entretienen de esta manera la pequeñita mente de la dueña de casa chilena, mientras que al mismo tiempo se produce el clásico ensalzamiento al borde del ridículo del nacionalismo (patriotismo barato en este caso) o las particulares creencias de las personas.

Si algo debería motivar la tragedia de estos 33 mineros no es precisamente el orgullo por la patria, sino más bien todo lo contrario: una profunda verguenza y preocupación por las pésimas condiciones laborales que hasta el día de hoy se ponen en práctica en nuestro país. Y no hablo exclusivamente del mundo de la minería, me refiero también a pescadores, temporeras y diversos trabajos "sucios" que continúan llevándose adelante en deficientes condiciones día tras día en Chile. Asunto que, por supuesto, los medios nacionales no informan.

Estos, en lugar de mantener distancia con el show, se suman y lo promueven casi religiosamente. Limitan su labor al manoseo del dolor de familias y seres humanos mientras les sea útil. La situación pasa a ser grave cuando nos enteramos acerca de la cantidad de televisión que ven las familias chilenas diariamente. Luego la pregunta es inevitable ... ¿Es qué los medios son mediocres porque la audiencia no es exigente o es que el público es resultado de la pobreza comunicacional a la que es sometido día tras día?


Molesta profundamente, en segundo lugar, la bajísima capacidad de análisis que proponen nuestros medios dirigidos por profesionales que, se supone, fueron formados precisamente para aquello. ¿O es que ahora la labor del periodista debe limitarse a leer noticias o narrar sucesos? ¿Donde está la reflexión a fondo de los hechos?¿Donde se quedó la mirada a largo plazo, la mirada a distancia frente a una situación que se presta para ser abordada desde diversas aristas? No. De seriedad nada. Todo es amarillismo y un show digno de programa del tipo "reality". La visión es siempre idéntica: poner a la misma altura este tipo de accidentes con un partido de fútbol de la selección chilena (eran de esperar las reacciones idénticas por parte de la gente, es decir, celebraciones en la Plaza Italia en Santiago).

Me parece que se hace evidente el hecho de que existe un debate pendiente dentro de nuestra sociedad. El que se refiere a enfrentar y discutir el ineludible rol educador que deben poseer los medios comunicacionales en una sociedad. Mientras ningún gobierno o sector político esté dispuesto a ensuciarse las manos en el tema, mientras nadie esté dispuesto a enfrentar los monopolios que rigen las lineas editoriales de los diarios, canales de televisión abierta o radios, estaremos sumergidos en la misma pobreza ciudadana que hoy nos rodea.