domingo, 16 de febrero de 2014

El Caso Peirano

Tanto ruido generó el caso de la designación de la (tristemente célebre) Claudia Peirano en la Subsecretaría de Educación que la mujer debió dar un paso al costado sin haber asumido siquiera. Frente a este hecho y pasadas ya un par de semanas quisiese realizar una breves reflexiones:

Bien por Camila Vallejo.  Habemos muchos que hemos criticado de manera abierta la actual posición política del Partido Comunista pero con la misma fuerza se debe destacar cuando se realizan actos dignos como el realizado por la ahora diputada. Ella fue la primera en alzar la voz con fuerza frente a la designación de Claudia Peirano siendo que podría haber callado para no causar así un problema al actual gobierno, del cual forma parte. Los demás se sumaron (¿no les quedó otra?) pero ella fue la primera y aquello hay que reconocerlo. 

Mal por Michelle Bachelet y su Nueva Mayoría (¿nueva?). Todos sabemos que son los partidos quienes proponen los cargos públicos, sin embargo, estos deberían pasar por una aprobación definitiva de la Presidente de la República. Eso al menos me dicta el sentido común. Y si Claudia Peirano fue designada Subsecretaria de Educación solo caben dos consideraciones: Michelle no cuestiona las decisiones de los partidos o Michelle está de acuerdo con las prácticas realizadas por Claudia Peirano en materia educacional. Ambas situaciones hablan muy mal de la actual presidenta, quien además tras los cuestionamientos salió a respaldar la designación de Peirano. O sea, mal por todos lados.

La famosa carta. El miércoles 23 de noviembre de 2011, Claudia Peirano decidió firmar una carta (junto a una decena de personajes de la talla de Mariana Aylwin, José Joaquín Brunner, Patricia Matte, Mónica Jimenez o Harald Beyer ) titulada "Prioridades en la Educación" (*). En esta se expresa que la gratuidad de la Educación Superior no debe ser prioritaria para el país y que el principal objetivo del Estado hoy debería ser destinar mayores recursos a la Educación Secundaria ya que ahí se encuentra la raíz del problema. Esta carta constituyó el principal motivo por el que Peirano debió renunciar y mirado objetivamente, la salida tiene sentido. En un gobierno que fue electo bajo el slogan "educación pública y gratuita" que la Subsecretaria no crea en aquello parece un sin sentido (nuevamente la convicción de Michelle Bachelet me vuelve a dejar perplejo).  Sin embargo, quisiese acá me quiero detener. Claudia Peirano salió por la carta pero la verdadera razón por la que debió salir fue su involucramiento directo con el lucro en la Educación Secundaria y además, por su nulo pronunciamiento frente a esto. 

Durante el pasado gobierno de Michelle Bachelet se dictó una ley que permitía la creación de Agencias de Asistencia Técnica (ATE), es decir, organismos que prestaban apoyo a colegios vulnerables con el fin de que estos mejorasen sus prácticas. Pues bien, una vez fuera del gobierno Claudia Peirano creó una de esas agencias (primer "detalle" poco ético en su actuar) y prestó asesorías a diversos colegios, entre ellos a tres cuyo dueño era su ex marido Walter Oliva (segundo acto sin ético). Llenándose de dinero gracias a este negocio (digamos las cosas como son) es que Claudia Peirano firma la mencionada carta, pidiendo que se le entreguen mayores fondos a los colegios. Es decir, etica nivel -100 . Una mujer que tiene negocios involucrados con colegios y se ha enriquecido gracias a esto pide que se entregue más dinero a los colegios. ¿Debemos pensar bien y creer que pide mayores fondos por el bien de los niños o debemos ser suspicaces y creer que pide aquello por que tiene intereses involucrados? 

En La Segunda me encontré hace poco con una columna escrita por Mariana Aylwin, quien cataloga de "fundamentalistas" las críticas hacia Claudia Peirano (**). Por supuesto que Mariana Aylwin defiende a su camarada y omite la absoluta falta de ética que desprende el actuar de su amiga. Y es que a toda esta gente de la Concertación se le corrieron los márgenes durante estos últimos 25 años y los vemos hoy empantanados en el negocio, cayendo en las mismas prácticas realizadas por la derecha durante los años finales de la dictadura. Quien te viera y quien te ve ...