sábado, 7 de mayo de 2011

Reforma electoral - Parte 2

Democracia chilena: el monopolio de unos pocos (Parte 2)

Candadito cerradito 

La democracia chilena históricamente ha sido dirigida por un muy pequeño segmento de nuestra sociedad. En 1950 (*1), por ejemplo, solamente un 17% de las personas en edad de votar efectivamente participaba en las elecciones (para 1970 la cifra era de un 30% y hoy anda cerca del 60%). Y si tan pocos votaban, imagínense cuantos eran los que lograban ocupar cargos públicos importantes (parlamento o ministerios). La política chilena era más que nada una especie de tradición familiar que se repartía entre unos pocos apellidos. 

Muchos creyeron que esta tradición se rompería con la llegada de la Concertación al gobierno en 1990. Al menos en el papel parecían no ser los mismos de siempre quienes tomaban el poder. Sin embargo 20 años después vemos que el mercado sigue regulando las elecciones en este país y tal como en 1950, pese a que hoy vota un mayor porcentaje de la población, es la maquinaria financiera que se encuentra detrás de las campañas la que regula quien entra al congreso y quien no. 

Sin embargo eso no es todo. Para que un monopolio se perpetúe en el tiempo no basta con que sea dirigido por unos pocos sino que además necesita imponer trabas prácticamente insalvables para quienes también deseen jugar. ¿De qué hablo? A continuación les presento dos estadísticas oficiales registradas en la última elección de Senadores y Diputados , año 2009 (*2). Estas hablan por si solas. 





Podemos ver como en las dos elecciones mencionadas aparece un candidato independiente (es decir, no perteneciente ni a la Concertación ni a la Alianza por Chile) logrando una segunda mayoría. La lógica nos dice que debería resultar electo, sin embargo, fueron escogidos personajes que llegaron en el tercer puesto. ¿Porqué? Simple: el sistema electoral binominal chileno exige que para ser electo Senador o Diputado no sólo tienes que estar entre las dos primeras mayorías individuales, sino que además tu votación debe superar la de las listas opositoras en su conjunto. En el primer cuadro vemos que Fulvio Rossi (PS) y su compañero de lista Daniel Espinoza (DC) suman entre los dos cerca de un 32% , siendo esa la cifra que Salvador Urrutia debía superar, al no conseguirla pese a resultar segundo en el conteo de votos, no fue electo (Si... ¡Que mierda de sistema!) . Situación similar que ocurrió con Alvaro Escobar en Santiago. Este hecho me parece tremendamente injusto, ya que sin financiamiento detrás (como candidato independiente) llegar segundo en una elección ya es lo suficientemente complicado (y meritorio a la vez) como para también tener que superar otras trabas. Aunque hay que admitir que el sistema funciona y se reproduce de acuerdo a sus objetivos, es decir, logra excluir a quienes no se alinean con el pensamiento oficial. 

El costo de pensar distinto: no existir.  


Salvador Urrutia Alvaro Escobar poseían dos características en común: ambos renunciaron al PPD y pagaron el costo de su decisión no resultando electos. Ellos podrían haberse mantenido al interior del partido y ser con esto reelectos en el cargo (como lo hacen tantos otros periodo tras periodo), sin embargo, fueron dignos y decidieron marginarse por un asunto de convicciones. El sistema, lamentablemente, castiga esta actitud. Castiga a los limpios y premia a quienes se mantienen en los partidos por mero interés electoral. Ahora, por si esto fuese poco, por estos días nos hemos enterado (o sea, algunos nos hemos enterado, ya que sabemos que la mayoría del país que no tiene idea de nada) que el Senado acaba de aprobar la llamada "ley anti-díscolos" ("ley Anti ME-O" le han llamado algunos también), la cual impone más trabas aún para los candidatos independientes estableciendo que para poder presentarse como candidato a algo la persona en cuestión debe haber renunciado a su partido al menos un año antes de la elección (antes del fenómeno Marco Enriquez-Ominami la ley sólo exigía 2 meses). O sea trabas y más trabas para participar. Sea como sea en Chile el mensaje es claro: te unes o sencillamente desapareces. 


Entonces, a mi al menos la realidad me parece tan nítida como abrumadora. Nada en Chile va a cambiar mientras se mantenga  esta brutalidad de sistema democrático que nos rige. Mientras sea el mercado el que regule quien está en el congreso y quien no, mientras no exista posibilidad de participar para quienes tienen no pertenecen a la Concertación o a la Alianza. El problema es que estamos frente a un maldito círculo vicioso imposible de romper ya que quieres están llamados a liberar trabas en pro de una verdadera democracia son quienes viven gracias a este sistema, entonces... ¿Qué hacemos?



1 comentario:

  1. creo que la ley antidiscolos merece un mejor estudio, es mas que solo eso que comentas a la pasada.
    El sistema binominal es una mierda ...la novedad?
    todo el mundo repite lo mismo pero la verdad es que nadie hace nada al respecto, o me vendrás con el cuento barato de que la derecha no permitió cambiarlo?
    Aquellos que renunciaron a sus partidos sabían que no iban a ser elegidos de lo que puedo colegir que no tenían intenciones reales de serlo, pues no creo que sean blancas palomas y que luchen por la justicia, aunque si han sido dignos en que no tienen una embajada o incluso un ministerio por estos días, aunque lo de esos ya no es indignidad es simple cara´erajismo!

    ResponderEliminar