lunes, 7 de noviembre de 2011

¿Educación gratuita?

¿Tanto para nada?

¿Es la gratuidad de la educación superior una piedra angular dentro de la problemática educativa actual? La verdad es que ni por si acaso. Existen muchísimos temas muchísimo más urgentes que el mencionado. ¿Porque entonces la obsesión de parte de los estudiantes frente a este asunto? Cuesta entenderlos en realidad...

Por Esteban Martínez Covarrubias

Con todo respeto: se equivocan los estudiantes. No me atrevería a afirmar si este error está siendo manipulado con intenciones políticas (PC+ Concertación pensando en objetivos electorales para 2012 y 2014) o derechamente responde a la incapacidad de jóvenes que evidentemente no son expertos en temas educativos (no tienen porque serlo además).  El punto es que acá no se puede tratar de apoyar a ciegas la posición demagógica en la que se han situado los estudiantes, quienes, existiendo decenas de tópicos en donde la educación chilena muestra pobreza y necesidad urgente de transformación,  han decidido entramparse en un gallito con el gobierno en torno al tema de la gratuidad de la educación superior, transformando el lema "educación gratuita" en una frase tan vacía e inconsistente como el "fin al lucro" de 2005 o el "patagonia sin represas" de mediados de 2011. Los estudiantes y su obsesión con el gobierno  han terminado por entrampar una discusión que podría haber generado beneficios históricos para el país.

Digo posición demagógica porque siendo francos ... ¿quién podría estar en contra de que la educación superior fuese gratuita? ¡Absolutamente nadie! Sin embargo, el punto es si efectivamente la educación gratuita es una pieza clave dentro del engranaje educativo actual y la respuesta es: no. Definitivamente no.

Los datos están hoy a la mano. Tenemos un sistema que segrega a nuestros niños desde muy temprana edad. La calidad de la cadena sala cuna / jardín infantil / educación básica / educación media guarda directa relación con el dinero que una familia esté dispuesto a desembolsar mensualmente. De ahí que tengamos resultados tan diferenciados según dependencia de establecimiento año tras año tanto en SIMCE como en PSU . En 2010, por ejemplo, los alumnos de colegios municipales promediaron 473 puntos en la PSU de Matemática, particulares subvencionados 501 puntos y particulares pagados 618 puntos (en lenguaje la situación es muy similar). ¿Qué alumnos ingresan entonces a las mejores universidades del país? Está claro: principalmente los alumnos provenientes de los dos primeros quintiles. Aterrizando el discurso: tiene razón el gobierno al declarar que una educación superior gratuita beneficiará principalmente a los sectores más acomodados del país. ¡Y ojo! Que tiene razón un gobierno que no puede estar más perdido en materia educativa. Dicho en buen chileno: un gobierno que no cacha pa' donde va la micro... Pero tienen razón.

Entonces no se entiende. Sinceramente no se entiende la posición del movimiento estudiantil. Quienes argumentan que desean reestructurar el sistema educativo chileno, sin embargo, se la han jugado por un tema casi cosmético dentro de este. Por que digámoslo claramente: si la educación superior (la perteneciente al Consejo de rectores)  pasa a ser gratuita el día de mañana, en Chile no cambia absolutamente nada, excepto, que muchos chilenos andarían más felices por las calles (sobretodo de Plaza Italia para arriba) dado que tendrían más dinero en los bolsillos y menos cuentas que pagar. Pero en términos de calidad educativa no cambiaría absolutamente nada. En términos de movilidad social tampoco. Los pobres seguirían poblando institutos y universidades de mala calidad, los ricos las más prestigiosas. Los pobres seguirían siendo más pobres, los ricos más ricos. 

Distinto sería si ese mismo dinero pensado hacia la gratuidad de las universidades se decidiese capitalizar y dirigir hacia la educación inicial y básica de los chilenos. ¡Hay tantos temas donde es urgente avanzar! Por ejemplo, solo por mencionar un par:

-  Mejorar la calidad docente en niveles iniciales (pre escolar y educación básica), además de las condiciones laborales. Para esto se hace urgente avanzar en la formación de estos (no puede ser que alguien que obtenga 400 puntos en PSU después esté educando niños de edad inicial) , mejorar remuneraciones de este sector y al mismo tiempo las jornadas de trabajo. 

- Aumentar de manera notable la subvención por alumno tanto en liceos municipales como particulares subvencionados (por lo bajo 3 veces el presupuesto actual por alumno). Pero al mismo tiempo se debe controlar de manera efectiva la calidad de colegios particulares subvencionados exigiendo metas y resultados a estos, metas que de no cumplirse deben dar paso al cierre del establecimiento. Cursos con número reducido de alumnos, profesores con jornadas adecuadas que permitan generar una reflexión constante acerca del trabajo educativo. ¡Así se controla el negocio! ¡Así se termina con el lucro! Entregando los medios para que el sector público mejore su calidad pero como el dinero invertido no puede ir a dar a un saco roto, ni puede ir a parar a los bolsillos de un empresario, se deben exigir de manera clara mejoras considerables en los resultados de los colegios. Y si el sostenedor no cumple o no está a la altura, se le quita el colegio,  asume el estado y asunto acabado. Pero primero se le deben entregar los medios para alcanzar resultados.  

Medidas como las mencionadas (¡entre tantas otras!) cuestionan de verdad el actual modelo pero tal parece que nadie por el momento está dispuesto a avanzar hacia ellas. Por un lado el gobierno muestra incapacidad e desinterés evidente (y esperable) en atacar el problema de raíz, la oposición Concertación + Partido Comunista, se encuentra más preocupada del cálculo electoral que de la problemática real y los estudiantes han confundido por completo el rumbo en este asunto. Tengo la sensación de que estos últimos (sobretodo sus líderes, ya que el resto es solo masa que sigue la corriente) se marearon con tanta encuesta, al sentir apoyo masivo de la población frente a sus protestas se sintieron protagonistas de una revolución, se sintieron con el derecho de pasar por delante de cualquier poder del estado y de la forma que fuese (asunto que se vio reflejado unas semanas atrás en la irresponsable y torpe irrupción de muchos de ellos al congreso) y se olvidaron del objetivo que supuestamente en un inicio los movilizaba: mejorar la educación chilena, transformar a Chile en un país más justo y digno. La verdad es que hoy por hoy estamos muy, pero muy lejos de aquel objetivo.