miércoles, 25 de abril de 2012

Educación: se perfecciona el modelo de mercado

Vamos... ¿bien? 

Dos noticias importantes relacionadas con educación han visto la luz durante las últimas semanas. La primera guarda relación con la entrega anual de los resultados del SIMCE 2011, la segunda con el anuncio por parte del Ministerio de Educación de terminar con el polémico crédito con aval del estado (CAE). Ambas noticias apuntan en la misma dirección: el gobierno de Sebastián Piñera profundiza de manera muy astuta, tanto en el discurso como en los actos, el actual modelo educativo de mercado. 

Por Esteban Martínez Covarrubias

Hablemos del SIMCE. Los resultados (*1) entregados recientemente muestran básicamente que en matemática los cuartos básicos tanto de liceos municipales como colegios particulares subvencionados suben (9 y 4 puntos en promedio respectivamente), mientras que en lenguaje bajan ( 3 y 5 puntos). En octavo básico no se obtuvo mayor diferencia en relación a la medición anterior (en lenguaje se subió 1 o 2 puntos, en matemática se bajó la misma cantidad). Sin embargo, la suma de estos datos se presenta ante nosotros, tanto por parte de medios comunicacionales como el gobierno, como una clara señal de avance, al punto de que el presidente ha declarado que "la calidad en nuestra educación esta mejorando y las desigualdades, las brechas entre ricos y pobres, están disminuyendo" (*2). 

¿Dará para tanto digo yo? Sobretodo considerando que si ahondamos más aún en las cifras tenemos que los promedios de colegios municipales y particulares subvencionados, tanto en cuarto como en octavo básico, rondan entre los 240 y 260 puntos. Dicho claramente, estamos hablando de que un alumno que normalmente se sacaba un 2.5 de promedio, el año pasado terminó con un 3.0. Sigue estando mal, sigue sin saber leer ni operar aritmética básica, sin embargo ahora está "menos mal que antes". ¿Estos datos nos dicen entonces de que vamos bien encaminados? ¿Da para creer que el modelo está bien y que solo necesita correcciones? ¿O simplemente son señal de que tanto dinero se le ha metido al sistema en los últimos años (sobretodo en los quintiles más pobres) que ... algo se tenía que subir? 

Por otro lado, unos días atrás recibimos el notición de que el gobierno lanzará un proyecto dispuesto a terminar de una vez por todas con el invento de Ricardo Lagos y su entonces ministro de educación Sergio Bitar: el crédito con aval del estado. Lo que en un inicio se había limitado a la reducción del interés de este ahora pasará a la eliminación del sistema como tal, creando así una entidad dependiente del estado pasará a administrar la entrega del crédito universitario. En otras palabras, lo que el gobierno ha hecho es extender el actual sistema del "fondo solidario" para cualquier tipo de institución de educación superior, pública o privada, con o sin fines de lucro. 

El paso dado por el gobierno es positivo, inteligente y acertivo. Positivo porque se preocupa del endeudado bolsillo de la clase media/baja chilena, inteligente porque entrega un calmante no menor a un sistema de financiamiento que agonizaba y le hace creer a la población chilena que soluciona el problema con esto (siguen sin preocuparse en absoluto del control de la calidad de las entidades de educación superior y sus respectivos aranceles) y acertivo porque habla de expulsar a la banca privada, de estatizar el crédito en un momento donde el movimiento estudiantil busca re articularse para enfrentar este 2012. 

Cabe la pregunta entonces... ¿porqué a la Concertación no se le ocurrió algo así? ¿Porqué fueron más papistas que el papa? ¿porqué la Concertación privatizó tanto al punto de que la derecha se ve en la necesidad de estatizar para salvar el modelo? Tengo la sensación de que la gente de la Concertación se dedicó durante 20 años a aplicar un libre mercado de manera brutal e irracional y que la derecha viene hoy a regular un poco los límites del negocio. El problema es que junto con esta regulación viene la eterna idea de "humanizar el libre mercado" y con esa idea pretenden entretenernos otros 20 años.