viernes, 8 de febrero de 2013

¿Es la PSU el problema?


Parece ser la discusión de moda en materia educativa. Los ojos se han centrado durante las últimas semanas en la PSU. ¿La madre de todos los problemas? En lo personal creo que no.

Por Esteban Martínez Covarrubias ( @emartinec ) 


Casi con bombos y platillos los medios de comunicación anunciaron semanas atrás los resultados de una consultora internacional que entregó un informe lapidario acerca de la PSU. Esta no serviría básicamente por generar exclusión dentro de la sociedad chilena y por no ser un instrumento construido de manera óptima. Todo esto nos llevaría a la conclusión de que el actual instrumento que filtra el ingreso a la educación superior debería ser revisado en el corto plazo. 

Este es el hecho que motiva mi reflexión y que de inmediato me generó preguntas. ¿Es la PSU el problema que posee la educación superior chilena? Mi respuesta es categórica: No. ¿Es siquiera entonces la PSU uno de los problemas? Tampoco. Y finalmente: ¿Se puede mejorar como instrumento la PSU? Si, claro, de hecho se debe mejorar pero al mismo tiempo debemos asumir que ninguna mejora en el instrumento de evaluación va a corregir los problemas estructurales que posee la educación chilena, tanto a nivel secundario como superior. Dicho de manera simple: por más que se revise una prueba, si los alumnos no saben no hay nada que hacer. El resto es mentirse al espejo.

Lo he comentado con anterioridad en este mismo blog: los problemas de la educación chilena están directamente relacionados con el haber entregado la educación al mercado durante los últimos 30 años. La idea del financiamiento compartido en educación secundaria fracasó rotundamente y fracasó porque entregó márgenes amplios a quienes vieron el generar cadenas de colegios como una oportunidad de inversión. Mientras en Chile tengamos colegios gratuitos, colegios de 15 mil, 35 mil, 50 mil y 120 mil pesos de mensualidad, seguiremos teniendo una sociedad segmentada ya que 15 mil pesos de mensualidad más 40 mil pesos de subvención no se pueden comparar con los 180 mil pesos que se paga (como mínimo) en un colegio particular en Chile. Son 55 versus 180 para enfrentar el mismo tipo de educación, son 55 y 180 que se deben repartir respectivamente en infraestructura, administrativos, profesores, aseo, etc. Con 180 mil pesos por alumno un colegio puede sostener 20 alumnos por sala, con 55 mil no se puede y se obliga al sostenedor a generar mayor matrícula para poder sostener el colegio (y en muchos casos el negocio). Con 180 mil pesos por alumno un director se puede dar el lujo de escoger a sus profesores, con 55 mil pesos debe contratar a los que estén dispuestos a ir al sacrificio

Si a eso agregamos que cuando un colegio cobra 180 mil pesos por alumno está recibiendo a niños provenientes de familias que pueden pagar esa cantidad mensualmente (hijos de profesionales en su mayoría), es decir, para una familia de 3 hijos implica un gasto mensual de 540 mil pesos mensuales dedicados solamente a educación de tus hijos. A diferencia de un colegio subvencionado que al cobrar 25 mil pesos por alumno está concentrando familias que por 3 hijos invierten 75 mil pesos mensuales en educación. 540 mil pesos versus 75 mil, de esa diferencia estamos hablando a nivel general. ¿Qué estamos generando con esto? Segmentación socio económica pura. ¿Y después nos quejamos? Por favor...  

Es urgente entonces generar un aumento sustantivo en el valor de la subvención por alumno de manera de que cualquier tipo de establecimiento en Chile cuente con una cifra similar por alumno para poder desde ahí construir educación. Al mismo tiempo el Estado debe velar por el correcto uso de estos recursos: mejoras sustanciales en las remuneraciones y condiciones laborales a profesores (estableciendo por supuesto evaluaciones constantes a estos), establecer un tope máximo de alumnos por sala de clases (no superior a los 25), poner metas claras a todos los colegios en cuanto a superación de puntajes en el Simce y PSU. Es decir, entregar mayores aportes pero al mismo tiempo generar exigencias claras a los sostenedores de colegios. De no cumplirse estos ítemes el Estado debería poseer la capacidad de cerrar colegios o al menos generar algún tipo de cambio en el, de manera de velar por el buen uso de los recursos. 

Estas medidas que comento me parecen de sentido común y me parece increíble que a estas alturas no se hayan establecido como mínimas dentro de una reforma educativa que apunte a mejorar de manera sustantiva la calidad educativa chilena y de una vez por todas combatir la desigualdad social que estamos viviendo. Insistir en mantener un modelo fracasado es golpearse contra el mismo muro una y otra vez. Insistir en que el problema está en la PSU es querer desviar el problema. Quienes alegan contra la PSU afirman que esta reproduce las desigualdades provenientes de la educación secundaria. Pretenden entonces generar sistemas que de alguna manera amortigüen un hecho objetivo: el que parte importante de los alumnos no poseen habilidades mínimas para enfrentar la educación superior. Pretenden crear un puente que permita que un alumno de 500 puntos promedio ingrese a las mejores universidades del país en desmedro de quienes obtuvieron 600 puntos pero no pertenecen a "sectores de riesgo social". ¿Es aquello justicia? 

Justicia, para mi, es modificar los problemas de raíz. Podrán generar cambios en la PSU. Eliminarla incluso si así desean con tal de satisfacer su resentimiento contra el termómetro. Sin embargo, mientras no se ataquen los problemas que mencioné párrafos atrás dudo que generen un cambio real. Y eso que ni siquiera me he referido a la asquerosidad que se vive en educación superior, problemas que no guardan relación alguna con la calidad PSU , pero a todo aquello me referiré en una próxima ocasión...