“... y no aprende”
La nula capacidad de escucha del gobierno de Sebastián Piñera quedó retratada a pocos días de haberse iniciado la crisis que vivimos actualmente en Chile. En ese entonces el Presidente anunció una “agenda social” que incluía medidas tales como el aumento en un 20% de la pensión básica solidaria (unos 20 mil pesos de alza) o la creación del sueldo mínimo garantizado, entre otras medidas. Todas estas ideas, sin embargo, resultaron absolutamente insuficientes a ojos de la población y sonaron más bien a parches que lejos de modificar estructuralmente al modelo económico insistían en hacer del Estado un ente subvencionador de instituciones privadas. Dicho en simple: el gobierno insistió en que el Estado le financiase el negocio a privados.
Las marchas y protestas continuaron, se comenzaron a mezclar con los desórdenes e incidentes serios tanto en Santiago como en regiones y el gobierno volvió a mostrar una absoluta incapacidad para manejar toda esta ola de descontento y violencia. Primero sacando a las fuerzas armadas a la calle, decretando toque de queda durante una semana y reprimiendo duramente a la población mediante un uso excesivo de la fuerza. Es decir, Sebastián Piñera mostró un nefasto manejo de la crisis tanto en lo político como en lo social, acrecentando de manera enorme el descontento hacia su labor, asunto que tampoco mejoró tras el (tardío) cambio de gabinete que removió del cargo a su mano derecha Andrés Chadwick, sindicado por muchos como el principal responsable de la violencia vista en las calles.
Pues bien, a toda esta sumatoria de errores y falta de visión se suma lo ocurrido hoy jueves 7 de noviembre, en que Sebastián Piñera se ha dirigido al país anunciando una llamada Agenda de Seguridad, un paquete de medidas que buscan acrecentar las penas para quienes protestan además de convocar al Consejo de Seguridad Nacional, en un acto que evidentemente busca dar en el gusto a sectores más conservadores del mundo de derecha que estaban exigiendo más “mano dura” frente a los incidentes.
¿Y del problema de fondo? Ni una palabra. Sebastián Piñera y su gobierno insisten en quebrar el diálogo, en no ceder ante las demandas ciudadanas y no abrirse a revisar reformas estructurales al modelo, dejando instalada la sensación de que esto solo empeorará.
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