lunes, 23 de mayo de 2011

Hidroaysén

Hipocresías varias

Por Esteban Martínez Covarrubias

Como no soy ningún experto en asuntos medioambientales no me ha quedado otra que escuchar opiniones, observar reacciones, pensar, pensar y pensar en torno a todo este asuntito de Hidroaysén. ¿Y con qué me voy quedando? Primero con ese eterno revoltijo de guata que me generan algunos personajes de la Concertación y su hipocresía (sin límites a esta alturas). Verlos levantando banderas medioambientales y pancartas populistas es insultante. Leer la vuelta de carnero pública de Ricardo Lagos, la indignacón de Isabel Allende, Lagos Weber o Carolina Tohá, ver a parlamentarios levantar un cartel en pleno discurso de 21 de mayo solamente con fines electorales. ¡Ahora llaman a la movilización los muy caradura! En fin, eso en primer lugar.

Segundo, una reflexión acerca de la reacción popular. Sinceramente no deja de llamarme la atención el que una población tan históricamente pasiva como la chilena haya prendido de manera tan fácil frente a este tema. Y es que permítanme reflexionar en voz alta ¿Porqué Hidroaysén y no Pascua Lama? ¿Ralco? ¿O las decenas de centrales a carbón que aprobó la Concertación durante sus 20 años de mandato? ¿Acaso no dañaban el medio ambiente aquellas también? ¿O no se firmaron también a puertas cerradas?  Tengo la sensación ( y acá me quemo) de que acá hay mucho de moda y mucho de manejo político por parte de (nuevamente!) la gente de la Concertación. Mucho "anti piñerismo" sin mucho argumentos de fondo.  ¿Porqué si Bachelet no tuvo política alguna medio ambiental y pavimentó el camino hacia Hidroaysén nadie le protestó? O bueno, nadie excepto los mismos valientes de siempre (para ellos todos mis respetos, para quienes llevan 20 años opiniéndose a esta pseudo democracia independiente del gobierno de turno). Dicho en otras palabras ... ¿Si Bachelet era quien aprobaba Hidroaysén y no Piñera, estaríamos presenciando las mismas protestas? Cri, cri... cri, cri...cri, cri... 

Entonces no. No le creo a estas protestas. Me parecen ficticias. Mucho eslogan barato. Mucho "Patagonia sin represas" copiado y pegado en tu twitter y facebook. Se mamaron la privatización de la salud y educación, monopolios en medios de comunicación, monopolios de las farmacias, sistema electoral binominal, Transantiago, etc  ¿Y ahora de pronto a todos les bajó la conciencia ecológica y el amor por el planeta?  ¡Por favor!

Finalmente quisiese mencionar cual es el problema que realmente veo yo acá. Para mi el asunto no es Hidroaysén ni el medio ambiente sino el como se toma esta decisión. A espaldas de la gente una vez más. Y es que puede que efectivamente la energía sea necesaria, puede que no exista otra alternativa más allá que Hidroaysén, sin embargo, como no ha existido una discusión seria a nivel nacional en torno al tema de la matriz energética, como no se han escuchado diferentes voces de expertos, como los tratos se cierran a puertas cerradas, como se nos entregan cifras y datos que pretenden repitamos como loros, obviamente desconfiamos. ¿Que se viene un apagón nacional si no se aprueba el proyecto? ¿Qué se detiene el progreso sin la aprobación? ¿Qué no existen alternativas energéticas viables que no sean las represas o el carbón? ¡Puede que sea cierto! ¡Pero también puede que no! No lo sabemos, sencillamente no lo sabemos. Porque la información no es transparente, porque no existe la participación ciudadana en Chile, porque se intenta imponer una visión de país que beneficia a ciertos poderes económicos y no a todos los chilenos. 

Este es el tema de fondo y el que deberíamos estar discutiendo. La nula transparencia que muestra nuestra supuesta democracia. La falta de colores y debates reales que presenta. ¿Estamos dispuestos a luchar por esto una vez que Hidroaysén pase de moda o volveremos a la inercia de siempre? 

sábado, 7 de mayo de 2011

Reforma electoral - Parte 2

Democracia chilena: el monopolio de unos pocos (Parte 2)

Candadito cerradito 

La democracia chilena históricamente ha sido dirigida por un muy pequeño segmento de nuestra sociedad. En 1950 (*1), por ejemplo, solamente un 17% de las personas en edad de votar efectivamente participaba en las elecciones (para 1970 la cifra era de un 30% y hoy anda cerca del 60%). Y si tan pocos votaban, imagínense cuantos eran los que lograban ocupar cargos públicos importantes (parlamento o ministerios). La política chilena era más que nada una especie de tradición familiar que se repartía entre unos pocos apellidos. 

Muchos creyeron que esta tradición se rompería con la llegada de la Concertación al gobierno en 1990. Al menos en el papel parecían no ser los mismos de siempre quienes tomaban el poder. Sin embargo 20 años después vemos que el mercado sigue regulando las elecciones en este país y tal como en 1950, pese a que hoy vota un mayor porcentaje de la población, es la maquinaria financiera que se encuentra detrás de las campañas la que regula quien entra al congreso y quien no. 

Sin embargo eso no es todo. Para que un monopolio se perpetúe en el tiempo no basta con que sea dirigido por unos pocos sino que además necesita imponer trabas prácticamente insalvables para quienes también deseen jugar. ¿De qué hablo? A continuación les presento dos estadísticas oficiales registradas en la última elección de Senadores y Diputados , año 2009 (*2). Estas hablan por si solas. 





Podemos ver como en las dos elecciones mencionadas aparece un candidato independiente (es decir, no perteneciente ni a la Concertación ni a la Alianza por Chile) logrando una segunda mayoría. La lógica nos dice que debería resultar electo, sin embargo, fueron escogidos personajes que llegaron en el tercer puesto. ¿Porqué? Simple: el sistema electoral binominal chileno exige que para ser electo Senador o Diputado no sólo tienes que estar entre las dos primeras mayorías individuales, sino que además tu votación debe superar la de las listas opositoras en su conjunto. En el primer cuadro vemos que Fulvio Rossi (PS) y su compañero de lista Daniel Espinoza (DC) suman entre los dos cerca de un 32% , siendo esa la cifra que Salvador Urrutia debía superar, al no conseguirla pese a resultar segundo en el conteo de votos, no fue electo (Si... ¡Que mierda de sistema!) . Situación similar que ocurrió con Alvaro Escobar en Santiago. Este hecho me parece tremendamente injusto, ya que sin financiamiento detrás (como candidato independiente) llegar segundo en una elección ya es lo suficientemente complicado (y meritorio a la vez) como para también tener que superar otras trabas. Aunque hay que admitir que el sistema funciona y se reproduce de acuerdo a sus objetivos, es decir, logra excluir a quienes no se alinean con el pensamiento oficial. 

El costo de pensar distinto: no existir.  


Salvador Urrutia Alvaro Escobar poseían dos características en común: ambos renunciaron al PPD y pagaron el costo de su decisión no resultando electos. Ellos podrían haberse mantenido al interior del partido y ser con esto reelectos en el cargo (como lo hacen tantos otros periodo tras periodo), sin embargo, fueron dignos y decidieron marginarse por un asunto de convicciones. El sistema, lamentablemente, castiga esta actitud. Castiga a los limpios y premia a quienes se mantienen en los partidos por mero interés electoral. Ahora, por si esto fuese poco, por estos días nos hemos enterado (o sea, algunos nos hemos enterado, ya que sabemos que la mayoría del país que no tiene idea de nada) que el Senado acaba de aprobar la llamada "ley anti-díscolos" ("ley Anti ME-O" le han llamado algunos también), la cual impone más trabas aún para los candidatos independientes estableciendo que para poder presentarse como candidato a algo la persona en cuestión debe haber renunciado a su partido al menos un año antes de la elección (antes del fenómeno Marco Enriquez-Ominami la ley sólo exigía 2 meses). O sea trabas y más trabas para participar. Sea como sea en Chile el mensaje es claro: te unes o sencillamente desapareces. 


Entonces, a mi al menos la realidad me parece tan nítida como abrumadora. Nada en Chile va a cambiar mientras se mantenga  esta brutalidad de sistema democrático que nos rige. Mientras sea el mercado el que regule quien está en el congreso y quien no, mientras no exista posibilidad de participar para quienes tienen no pertenecen a la Concertación o a la Alianza. El problema es que estamos frente a un maldito círculo vicioso imposible de romper ya que quieres están llamados a liberar trabas en pro de una verdadera democracia son quienes viven gracias a este sistema, entonces... ¿Qué hacemos?



martes, 3 de mayo de 2011

Reforma electoral - Parte 1

Democracia chilena: el monopolio de unos pocos (Parte 1)


Cuando me hablan de Chile pienso en una nación regida completamente por el mercado. No existe un ámbito de nuestras vidas en que la oferta y demanda no marque los límites entre lo deseable y lo posible. Y bueno, la democracia 2.0 que hemos construido como país durante estos últimos 20 años no escapa a aquella realidad. 


La prueba es completamente visible. Basta el que nos acerquemos a un período de elecciones para que comencemos a presenciar el desagradable espectáculo de carteles en las calles y propagandas varias de candidatos en los medios de comunicación. 


Ahora todo ese gasto no se da porque si, los partidos saben que a mayor cantidad de comerciales en la radio, a mayor cantidad de papeles en las calles, plazas y tendido eléctrico, mayores son las posibilidades de ganar. De hecho, muchos no se contentan con ensuciar las ciudades sino que además contratan matones por un sueldo mínimo para que destruyan la publicidad del candidato oponente. Plata para esto, plata para lo otro. Por lo que dicho en palabras simples y prácticas: sin fondos, olvídate de competir. La contienda es desigual y por lo tanto la posibilidad de resultar electo es mínima (por no decir imposible). 


¡Además! El sistema pareciese que se quiere reír en tu cara cuando te enteras de que por ley el Estado devuelve a los partidos parte del dinero que estos gastaron en sus campañas, sin embargo, la devolución de fondos es directamente proporcional a los votos obtenidos por los candidatos (*1). Es decir, el que más gasta más votos obtiene y por ende es quien recibe las mejores devoluciones de dinero por parte del estado. Un verdadero loop diseñado para mantener en el poder a los mismos de siempre. 

De esta manera el sistema democrático chileno no escapa a la lógica de mercado y las oportunidades, es decir, en teoría cualquiera tiene la opción de presentarse, pero... ¿quiénes tienes realmente opciones de resultar electos?. La respuesta es una sola: los partidos que poseen poderes económicos que financien sus campañas. El círculo se completa cuando los partidos le devuelven la mano a estos poderes. ¿Porqué creen acaso que el poder político no se va en picada en contra de los monopolios que se encuentran detrás de las farmacias del país? ¿O en contra de la gran minería? ¿O en contra de las pocas manos que manejan desde hace medio siglo los pocos medios de comunicación que poseemos? Simple , porque el poder político es parte del mismo juego, liderado por dos coaliciones que arman un show cada 5 años y juegan a competir, pero que en el fondo se encuentran completamente de acuerdo en mantener esenciales reglas del juego en pro de su propio beneficio. A todo esto que menciono algunos lo llaman "democracia" (ja!), otros incluso usan la palabra "libertad" (doble ja!). Yo lo llamo monopolio de unos pocos. 


Entonces, si algún día de verdad queremos avanzar hacia un país verdaderamente democrático debemos diseñar un sistema electoral justo, limpio y en donde no sea el dinero utilizado en campaña el que marque absolutamente el resultado.


¿Establecer la imposibilidad de realizar propaganda electoral en lugares públicos determinados? ¿Imposibilidad de utilizar medios de comunicación como plataforma de propaganda electoral? ¿Fiscalizar el uso de recursos en campaña inhabilitando para el cargo de Senador o Diputado a aquellos candidatos que no cumplan con las normas establecidas?... ¿Porqué no? Todo con un único fin: que las ideas y propuestas de país sean las verdaderas protagonistas del asunto, no el dinero y el poder económico que apoye tu campaña.

CONTINUARÁ...

(*1) Ley de gasto electoral (ver artículo 13):