Comencemos derribando un mito: eso de que este gobierno, particularmente este gobierno, tiene una baja aceptación ciudadana. Eso no es así. Los que llevamos años interesados en esto de la política podemos dar fe de un par de datos al respecto:
Primero. No ha habido gobierno en estos últimos veinte años que durante sus primeros dos años no haya marcado una baja aprobación ciudadana. Pasó con Eduardo Frei Ruiz-Tagle, a quien durante todo su gobierno la gente le reprochó el que pasase más fuera que dentro del país (eso si, hoy todos disfrutan callados de las bondades que entregaron los diferentes Tratados de Libre Comercio firmados entonces), pasó con Ricardo Lagos, con el primer mandato de Bachelet y también con Sebastián Piñera.
La diferencia radica quizás en que dicha aprobación ha ido marcando números cada vez menores. Si Lagos y Bachelet nunca bajaron en las encuestas del 40% (¡Aquello se consideraba bajo en ese entonces!), Sebastián Piñera llegó en algún momento a ser aprobado únicamente por el 29% y hoy Michelle Bachelet se ha anotado con una cifra menor aún. Es decir, con el paso de los años la aprobación ha disminuido. Pero ojo a algo: también ha disminuido la participación electoral, de hecho, en las encuestas la gente evalúa mal a todos los sectores políticos. En palabras simples: fuese quien fuese gobierno, en materia de encuestas las cosas no serían muy distintas a estas alturas. Sobretodo considerando el contexto político que hoy vivimos, marcado por diversos escándalos de financiamiento electoral.
Y segundo. Si bien todos los gobiernos han comenzado con una baja aprobación, poco a poco han ido repuntando esos números hasta finalizar bastante arriba. En simple: a la gente le baja el cariño entrado el tercer año. Pasó con Lagos (que terminó siendo aprobado por un 70% en las encuestas), Bachelet y también con Sebastián Piñera (que terminó su gobierno por sobre el 50% de aprobación). No me extrañaría entonces que entrado 2016 todos estos numeritos que a tantos hoy escandalizan comenzasen a subir.
Ahora, independiente de todo esto, nadie podrá negar el que Michelle Bachelet quedó muy mal parada tras el incidente vivido por su hijo Sebastián Dávalos, sobretodo tras su reacción (o más bien la falta de esta) una vez conocido el abuso de poder cometido por el mencionado. A Bachelet se le critica el haber reaccionado como madre y no como Presidenta de la República y dicha crítica me parece válida. Debió ser más enfática, condenar con claridad los hechos, y no limitar su análisis a un "yo no sabía nada". Se equivocó, perjudicó con esto su imagen y pagará el error, pero de ahí a decir que este gobierno ha sido un desastre.... mucha distancia. Tiempo al tiempo.
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