Ruido ha generado la reforma al financiamiento de la Educación Superior, es decir, la famosa gratuidad. Hay quienes se han declarado disconformes (y no son pocos) alegando discriminación. Principalmente quienes consideran injusto el que dicho financiamiento abarque solo a estudiantes que cumplan con determinados requisitos, básicamente: pertenecer al quinto decil más vulnerable (es decir, hasta 154 mil pesos per capita) y ser estudiante de alguna de las treinta que el gobierno ha establecido que cumplen con los estándares solicitados.
Frente a esto, algunas reflexiones:
Primero, lo obvio: no hay dinero para todos y por algo hay que comenzar. Y si bien 154 mil pesos per capita no es una cifra demasiado alta (hablamos de 770 mil pesos de ingreso en una familia de cinco, por ejemplo), si es una cantidad importante considerando que el 50% del país se encuentra bajo dicha linea.
Segundo, bien sabemos que en lo práctico no todos aquellos que se encuentren en dicho 50% recibirán el beneficio, ya que en Chile se da que los más pobres no estudian en las Universidades del Consejo de Rectores, sino que en privadas o institutos. Sin embargo, muchas de estas instituciones vienen siendo desde hace veinte años un completo negocio, impartiendo carreras sin campo laboral, vendiendo títulos a "profesionales" de cuestionable calidad y funcionando sin condiciones mínimas. En resumen, instituciones que existen únicamente por intereses económicos y no educativos. Pues bien, sería una irresponsabilidad imperdonable (además de un despilfarro enorme de dinero) el que el Estado chileno financiase o subvencionase de alguna manera dichos negocios.
Además, no deja de ser un interesante incentivo para los estudiantes secundarios pertenecientes al sector más vulnerable del país el esforzarse para así ingresar a una Universidad que imparta un mínimo estándar de calidad.
Más vale tarde que nunca, y si durante treinta años el Estado se despreocupó por completo respecto a la calidad de la educación en Chile, ya era hora de colocar el cascabel al gato. Primero abordando el negocio de los Colegios Particulares Subvencionados y ahora marcando, mediante la gratuidad, una linea entre las instituciones que están por ser un aporte al sistema, y cuales existen únicamente por la posibilidad de hacer negocio. En ese sentido, pese a la parcialidad de la reforma, me declaro satisfecho. Como primer y necesario paso, la medida es un avance.
No hay comentarios:
Publicar un comentario