martes, 2 de marzo de 2010

Terremoto

Cable a tierra

El terrible terremoto de 8,8 grados que acaba de afectar al país vino a desnudar nuestra realidad en muchos sentidos y a sacar a flote lo peor de lo nuestro, pero por sobretodo vino una vez más a mostrar la ineficiencia de un gobierno que jamás supo enfrentar una crisis con la altura necesaria.

Los momentos difíciles ponen a prueba el funcionamiento de una nación y de un gobierno. Ya llegará en ese sentido el instante de analizar en detalle todo lo que falló esta vez. Habrá entonces que escuchar las explicaciones del porque los servicios básicos y de comunicación (uno de los más caros de latinoamérica) colapsaron de la manera en que lo hicieron y el porque la restitución de estos fue tan pero tan lenta. De la misma manera habrá que seguir analizando y lamentando el que una tragedia de esta magnitud saque a flote toda nuestra miseria humana: robos y actos de violencia tanto en el sur como en Santiago.

Sin embargo, también tendremos que analizar el como el gobierno de Michelle Bachelet no estuvo una vez más a la altura de lo requerido. Tal como sucedió para la llamada "revolución pinguina" o la crisis del Transantiago, el gobierno reaccionó muy tarde frente a los hechos, demorando las medidas y actuando de manera torpe una vez que el desastre ya se había consumado. Finalmente el destino quizo que fuesen tres las grandes crisis sociales que Bachelet debió enfrentar y en las tres el desempeño fue paupérrimo. Demostrando con esto su nula capacidad de maniobra frente a imprevistos. Dicho de otra manera: "sin el piloto automático activado este gobierno nunca funcionó".


Errores tras errores

Desde que se produjo la tragedia existieron problemas severos de comunicación entre los encargados de gobierno, uno podría entender que entre particulares se produjese este fenómeno, sin embargo no puede ser que se produzcan informaciones distorcionadas y cruzadas dentro del gobierno precisamente en el instante donde mayor claridad y precisión se requería. Luego, a la hora de tomar decisiones se observó un centralismo inoperante absoluto. Se produjo el absurdo de tener que desde el sur esperar a que las desiciones se tomasen en Santiago, lo cual sumado a los problemas de comunicación aumentó el desastre.

Tal como para la "crisis pinguina" y el Transantiago nos encontramos con un gobierno que en una primera instancia intentó bajarle el perfil a lo sucedido (les tomó más de 24 horas el reconocer que el ingreso del mar hacia las costas fue total y debastador). Aquella tardía reacción provocó la muerte de cientas de personas que no fueron avisadas a tiempo del riesgo ocasionado por las subidas del mar. De la misma forma la declaración de "Estado de sitio" en la región del Maule también fue tardía y los resultados ya están a la vista. Todo esto provocado por una lenta reacción de parte de un gobierno acostumbrado a actuar "despúes de", un gobierno que se sorprende por los hechos tanto como un televidente frente a la cajita.

Ahora vendrán las Teletones, los conciertos benéficos, las donaciones, las reparaciones. Pero bajo todo aquello tendremos el que Michelle Bachelet tristemente despide su gobierno como lo que siempre fue: un barco sin dirección ni timón.

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